¿Qué está pasando con los chicos?

El filósofo y pedagogo Gregorio Luri se plantea en este artículo las razones que existen detrás de la victimización de los chicos en la escuela actual, con un fracaso escolar muy por encima del de las chicas. El artículo completo puede leerse en la revista El Ciervo, de mayo-junio de 2023.

La escuela se está convirtiendo en una institución poco acogedora de la realidad del varón adolescente. ¡Si hasta se les dice que jugar a fútbol en el patio es sexista! A los chicos no se les perdona no ser chicas. Son castigados con mayor frecuencia, tienen más posibilidades de repetir curso, obtienen calificaciones más bajas, se les diagnostican trastornos por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) cuatro veces más que a las chicas. Representan una mayor proporción de alumnos de bajo rendimiento y la mayoría de ese 20 por cierto de alumnos que termina su educación obligatoria con dificultades notables para comprender un texto escrito mínimamente complejo son chicos. La sobrecarga de energía de los niños, lejos de valorarse, se penaliza. Sabemos que a los chicos les cuesta más verbalizar sus emociones porque son reticentes a la transparencia psicológica y esto no indica menor inteligencia emocional, sino mayor pudor. Un pudor que comprendo muy bien.

Todo esto va asociado, inevitablemente, al abandono escolar. 

Lo que significa ser chico en nuestras escuelas se comienza a poner claramente de manifiesto hacia los nueve años, cuando han de pasar de aprender a leer a aprender leyendo. Mientras las chicas, que suelen presentar una mayor maduración psicológica, experimentan sus capacidades, ellos chocan contra sus límites... El resultado es que a los 11 años, los chicos, de manera muy mayoritaria, dejan de leer. 

Las mayores dificultades que los chicos suelen presentar provocan con cierta frecuencia una reducción de las expectativas que los profesores proyectan sobre ellos. De ahí que tengan también menos posibilidades de que las intervenciones pedagógicas los ayuden. 

¿Es posible crear en nuestras escuelas una visión positiva de la masculinidad que entienda que la forma en que los niños experimentan el mundo no es una mera construcción social, que no obedece a la casualidad que sean más reticentes que las chicas a pensar sintiendo, o que les guste trabajar con objetos y vivir aventuras arriesgadas? 

No, ser niño no es un síndrome.