Deshaciendo estereotipos

Artículo publicado el 13 de enero de 2022 en la Fundació Bofill.

Las profesiones vinculadas al ámbito científico y tecnológico son de las más prestigiosas, mejor remuneradas y con mayor capacidad de influencia. Sin embargo, sólo el 35% de los matriculados en estudios universitarios de este campo en Europa son mujeres. Algunas escuelas y universidades han impulsado proyectos para reducir esta brecha, pero las expertas reclaman políticas públicas que impliquen una transformación en todos los centros.

“Tenemos tiempo hasta los 10 años para cambiar estereotipos sobre las vocaciones. Luego, ya es demasiado tarde”. Es la conclusión de un estudio de la revista International Journal of Science Education y que siempre destaca en sus clases Maite Novo Molinero, coordinadora del área de didáctica de ciencias experimentales de la Universidad Rovira i Virgili (URV) y profesora de futuros maestros.

Por eso, considera que es fundamental ofrecer a los niños, desde pequeños, "una mochila llena de experiencias variadas" para que puedan ver "normal, posible y deseable" dedicarse a cualquier profesión.

Sin embargo, en la práctica esto no se cumple. Según datos de la Unesco, en la mayoría de países europeos, las mujeres representan menos del 45% de la comunidad científico-tecnológica y sólo el 35% de los estudiantes matriculados en carreras STEAM son mujeres. Con este acrónimo inglés se engloban las disciplinas de ciencias, tecnología, ingeniería, artes –como la arquitectura y el urbanismo– y las matemáticas. Son sectores estratégicos, donde se incluyen algunas de las profesiones con más futuro, mejor remuneradas y con mayor capacidad de influencia en los retos sociales, tecnológicos y ecológicos de la sociedad de hoy y del futuro.

Otro estudio de la Comisión Europea constata que la proporción de hombres en el sector digital es 3,1 veces superior a la de mujeres, y que sólo entre el 10 y el 15% de las mujeres trabajan en el ámbito de la inteligencia artificial, uno de los más líderes. Todo ello teniendo en cuenta que, según los expertos, hasta 2025 tendrán que cubrirse 7 millones de puestos de trabajo en Europa relacionados con la ciencia y la tecnología.

Las STEAM en las aulas

Muchos centros educativos se han preguntado cómo fomentar vocaciones STEAM y cómo reducir una brecha de género que se va ensanchando en cada curso. Y es que, según un estudio de la revista Science, con sólo seis años, las niñas se consideran menos brillantes que sus compañeros y, a medida que crecen, pierden interés en asignaturas como Matemáticas, Tecnología, Química y Física.

Uno de estos centros es la escuela Doctor Alberich y Casas de Reus, que se encuentra en el último año de implementación del STEAMcat. Este programa de innovación de la Generalitat ayuda a desarrollar propuestas didácticas para fomentar el interés por la ciencia y la tecnología.

"No queríamos hacer la hora STEAM, sino incluir estas disciplinas en las programaciones de todas las materias y ofrecer propuestas globalizadas, que generen impacto en la sociedad y que tengan en cuenta la mirada de género", explica la jefa de estudios, Anabel Barragán Cabezas.

Este año tiene nuevos proyectos en marcha para todos los cursos. En educación infantil han diseñado el espacio Gaudí, donde mezclan actividades artísticas, tecnológicas y de ingeniería. En primaria, los docentes ofrecen propuestas a los alumnos, algunas de las cuales se realizan en la clase habitual y otras, en el aula STEAM. El hecho de que la elección sea voluntaria permite observar los intereses de los estudiantes y detectar si existen diferencias relevantes entre niños y niñas.

También participan desde hace años en la competición internacional First Lego League, en la que hay que resolver un reto científico-tecnológico. “Al principio estaba cansada de ver cómo los niños programaban y las niñas dibujaban las letras de los carteles”, relata Barragán Cabezas. A través de un trabajo persistente en el aula, han ido reduciendo diferenciaciones como ésta, pero confiesa que "la escuela es un microclima" y que "si el entorno no acompaña, se hace muy difícil".

En la escuela Plan de les Vinyes, en Santa Coloma de Cervelló, trabajan codo a codo con la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) en el marco del programa AquíSTEAM, que se propone romper los estereotipos sexistas asociados a la tecnología en estudiantes de entre 9 y 14 años, y hacer visibles nuevos modelos femeninos.

Este curso trabajarán en el nuevo diseño del huerto de la escuela. "Vimos que la tierra no era muy productiva y que teníamos problemas con las raíces de algunos árboles", explica Marta Garcia, tutora de tercero de primaria y una de las coordinadoras del proyecto. Les ayudará la arquitecta Judit Taberna, con quien definirán las necesidades del huerto y las actuaciones que harán.

Experiencias así, remarca Novo Molinero, contribuyen a aumentar el “capital científico” de niños y adolescentes, y pueden darse tanto dentro como fuera del aula. Es el caso de la primera “Gran Feria de Ciencias Lestosteam”, que organizó el colegio Lestonnac de Tarragona en el marco de la Semana de la Ciencia, en noviembre. Participaron unos 170 estudiantes de todas las edades que hiceron en tiempo real un experimento por equipos y lo expusieron en público.

“Uno de los objetivos era que alumnos y familias se encontraran fuera del horario lectivo para hacer ciencia”, subraya Marc Vilamajor, maestro y coordinador digital del centro. “Trabajar de forma interdisciplinaria –considera–, potenciando la investigación y la experimentación a partir de problemas reales, puede ser una de las maneras para que no perdamos tanto el interés de las chicas como demuestran los datos”.

¿Qué pesa más a la hora de definir vocaciones?

La familia, señalan las expertas, es el referente más directo para los niños y uno de los más poderosos para inspirar profesiones. “Si desde pequeño no te animan a desarrollar unas determinadas habilidades, es difícil que lo hagas de mayor porque te faltarán modelos”, señala Milagros Sáinz Ibáñez, directora del grupo de investigación Género y TIC de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) .

Deconstruir los mensajes simbólicos que reciben niños y niñas –del entorno, la publicidad, las series y las películas, los videojuegos, las redes sociales, los juguetes, los escaparates...– es otra tarea clave, según Karina Gibert, directora del centro de investigación Intelligent Data Science and Artificial Intelligence (IDEAI) de la UPC y vicedecana de Ética e Igualdad del Colegio de Ingeniería Informática de Cataluña. "Para que una niña pueda hacer una elección libre y dedicarse a la tecnología, debe haber alguien que le ofrezca mensajes de compensación", asegura. "Si lo dejamos todo a la inercia, lo que les llega es que deben dedicarse a las actividades de ámbito social y a los cuidados".

Para tomar ideas, Novo Molinero recomienda la serie de dibujos animados “Dinosaur Train” (PBS Kids) y algunos juegos: “The cat in the hat”; "The magic School Bus"; "Ada Twist, scientist"; Storybots; “Octonautos”; Dino Dana o Izzy's Koala world. También aconseja hablar de ciencia con algún familiar que se dedique a partir de la actualidad –Covid, el volcán de la Palma...– y aprovechar una salida al parque, por ejemplo, para hacerse preguntas sobre el entorno. “Se trata de que la ciencia y la tecnología formen parte de la vida de los niños”, precisa.

En segundo lugar, el profesorado desempeña un papel muy relevante en la elección de estudios e itinerarios académicos. En primaria, uno de los problemas que señalan las expertas es que la gran mayoría de maestros no provienen del campo científico o tecnológico, aunque, si son tutores, deben evaluar estos conocimientos.

Por eso, una de las primeras cosas que trabaja Novo Molinero con sus estudiantes es "entender qué son la ciencia y la tecnología, que no tiene nada que ver con estar dotado o no". Y pone como ejemplo que el método científico –basado en desarrollar hipótesis, argumentar y buscar evidencias– no sólo sirve para un tipo de profesiones, sino para los aprendizajes a lo largo de la vida.

Gibert, además, es partidaria de que el pensamiento computacional –relacionado con ordenar secuencias de razonamiento, analizar una escena de la realidad para descomponerla y tratarla por fragmentos, y desarrollar el pensamiento lateral– forme parte de las competencias básicas de educación primaria.

En secundaria, aparte de aumentar el número de tecnólogos y tecnólogas que se dedican a la docencia, el reto se encuentra, según subraya Sáinz Ibáñez, “a intervenir sobre los procesos de identidad”, porque es donde más influyen los estereotipos de género asociados a las profesiones y el momento en el que se toman decisiones muy relevantes vinculadas a los intereses académicos y profesionales.

Estas ideas preconcebidas, como demuestran los estudios –entre ellos, los liderados por Sáinz Ibáñez–, llevan a las chicas a infravalorarse en el ámbito STEAM, mientras que los chicos suelen valorarse en exceso. Y eso a pesar de que una investigación realizada entre 1994 y 2011 en más de 30 países concluye que las estudiantes sacan sistemáticamente mejores resultados en todas las asignaturas.

Un sesgo que no sólo les perjudica a ellas: “Los chicos toman decisiones pensando que tienen unas capacidades naturales para las STEAM, mientras que las chicas con muy buenas notas en estas materias descartan las ingenierías y eligen el ámbito de la salud, más congruente con los roles de género”, detalla Sáinz Ibáñez.

En otro estudio, la investigadora pone de manifiesto que muchos docentes no son suficientemente conscientes de esta segregación vocacional por género. “Este tipo de sexismo académico –apunta la investigación– influye en los mensajes que transmiten y los consejos que emiten respecto a las salidas que mejor se ajustan a las capacidades de sus alumnos”, y que se acaban convirtiendo, muchas veces, en "profecías autocumplidas".

Del mismo modo, el estudio señala que los progenitores “suelen esperar más de los hijos que de las hijas en cuanto al rendimiento en asignaturas STEAM”, lo que les lleva a “animar a las hijas a elegir carreras feminizadas como Medicina o Educación, en lugar de animarlas a estudiar grados vinculados a la tecnología o a las ciencias puras”.

Un problema de equidad y de desarrollo tecnológico

¿Qué implica que no haya suficientes mujeres en el campo científico y tecnológico? En primer lugar, un problema de equidad. En una sociedad en constante proceso de transformación digital, Gibert subraya que "no formar parte de este mundo te aleja del centro de la modernidad y te impide influir".

De acuerdo con el último Barómetro del sector tecnológico en Cataluña, las empresas TIC representan el 10% del PIB del país y se prevé que sigan creciendo. Aunque suponen uno de los principales motores económicos, las mujeres ocupan sólo el 26% de los puestos de trabajo y son menos –un 8,6%– las que ejercen posiciones técnicas, según datos de la Agencia de Ciberseguridad de Cataluña.

Para Carme Fenoll Clarabuch, directora del área de Cultura y Comunidad de la UPC, se trata de “un problema social de primer orden”. "Estamos perpetuando el círculo vicioso en el que las mujeres cobramos menos, tenemos menos cargos de responsabilidad y pedimos más reducciones de jornada", denuncia.

La falta de representación de mujeres en el ámbito STEAM también implica, como argumenta Sáinz Ibáñez, que "sus necesidades no estén representadas".

Ejemplos, no faltan. Glòria Macià Muñoz, científica de datos en la farmacéutica Hoffmann-La Roche, indica que “hasta que las mujeres no han llegado a posiciones de liderazgo, no se han creado bases de datos para recopilar información de los efectos secundarios de determinados medicamentos en embarazadas” .

En el campo tecnológico, Amazon tuvo que retirar una inteligencia artificial para contratar personal porque una investigación de la agencia Reuters demostró que penalizaba a las mujeres. El algoritmo se había entrenado a partir de los currículos de los trabajadores y, como las posiciones tecnológicas estaban ocupadas fundamentalmente por hombres, había “aprendido” que ellos eran mejores candidatos.

Asimismo, muchos países europeos no exigieron hasta 2011 que se incluyeran maniquíes femeninos en las pruebas de seguridad de los coches. Y otro ejemplo: un equipo de investigadores de Brasil puso de manifiesto que los algoritmos de Google Translate asociaban a los hombres las profesiones técnicas y a ellas, las relacionadas con los cuidados, cuando traducían al inglés a partir de lenguas que no diferencian por género, como el chino, el japonés o el turco.

Los retos de las universidades

Las chicas que se matriculan en titulaciones STEAM son todavía una minoría: en la UOC representan sólo el 23,6% y en la UPC, el 26,9%. Sin embargo, son cifras que crecen ligeramente año tras año. Las estudiantes de primer curso de la UPC son ahora el 29,2% del total. Aunque se sigue por debajo del objetivo del 30% que la universidad se ha marcado para 2024, se trata de un 21% más que hace cinco años.

Ante estos datos, y teniendo en cuenta que muchas vocaciones se definen en la primaria, Gibert tiene claro el camino a seguir: “Hacernos visibles en las escuelas para ser una inspiración y generar un cambio”. Aparte del Aquí STEAM –del que también es una de las científicas referentes–, la UPC coordina un grupo de ingenieras que hablan de su profesión con el programa “Una ingeniera en cada escuela”. Además, en el Día Internacional de las Chicas en las TIC, organizan charlas en secundaria y bachillerato para animar a las alumnas a considerar carreras científicas y técnicas dentro del programa “100tifiques”.

La directora del IDEAI, además, lleva la dirección científica del proyecto “Top Secret Rosies”, que ofrece formación en inteligencia artificial a chicas en el último curso o recién graduadas de una carrera STEAM. “Pensamos que era la forma más rápida de crear referentes y tener un impacto en el mercado, pero el objetivo es llegar a todas las etapas educativas”, explica.

Otro proyecto a destacar es el Inspira STEAM de la URV, en el que investigadoras del área de la ingeniería visitan alumnos de sexto de primaria para ayudarles a romper estereotipos que rodean las profesiones a las que se dedican y les animan a mantener su autoestima en estas áreas. En la propia universidad, Novo Molinero está impulsando la primera edición de unos clubs de ciencia como actividad extraescolar para centros con alumnado vulnerable.

El punto débil de estos programas, como reconoce Fenoll Clarabuch, es que se basan en el voluntariado: “La intención es buena, pero no llegamos a todas partes”. Por este motivo, cree que deberían instaurarse "de forma oficial, general y profesionalizada" y lamenta que el Departamento de Educación "no haya contado con las universidades" en el programa STEAMcat.

Las nuevas titulaciones, una oportunidad para cambiar el paradigma

Nuevos grados como el de Inteligencia Artificial de la UPC, que se ha estrenado con prácticamente el 50% de los alumnos femeninos, se ven como una oportunidad para provocar un cambio en el discurso tecnológico. "Hicimos una campaña para explicar que un especialista en inteligencia artificial también puede incidir en la salud, el medio ambiente, el arte… con el objetivo de interpelar a más chicas", relata Gibert. Las cifras también demuestran que los estudios tecnológicos con el prefijo “bio” son de los que atraen a más futuras ingenieras.

Algunas corrientes feministas no comparten la estrategia de relacionar la tecnología con ámbitos más tradicionalmente femeninos, pero las expertas coinciden en que abrirse a más sectores puede ayudar. "No sé hasta qué punto es una cuestión natural o cultural, pero siempre que he organizado actividades tecnológicas ligadas al campo social, se han apuntado más chicas", pone como ejemplo Macià Muñoz. A partir de su experiencia, defiende que este tipo de iniciativas reserven un número de plazas a chicas que se hayan quedado en lista de espera para que los grupos sean más paritarios.

Más allá del debate sobre el cómo e, incluso, “de si se trata de una cuestión de justicia”, Novo Molinero insiste en que incorporar más mujeres a los equipos tecnológicos mejora la calidad de los productos. La razón es sencilla: “cuantas más miradas diferentes se incluyen, más conocimiento se genera”, destaca. Por eso, y por no dejar talentos atrás, reclama que esta diversidad se entienda en el sentido más amplio: de género, social, cultural, étnica... “Si quieres vivir en un mundo pensado para ti –coincide Gibert– lo mejor es estar cuando lo piensan”.